En un momento en que su vida transcurre serena y su trabajo es mucho más calmado, ya que con el paso de los años el impulso juvenil de querer ser reconocido a toda costa ha dejado de preocuparle, el pintor mexicano Pedro Diego Alvarado (Distrito Federral, 1956) se presenta esta noche en la Galería de Arte Mexicano con una exposición de obra reciente.
Se trata de una selección de 44 pinturas -en óleo y temple sobre lino- y cuatro piezas de cerámica vidriada realizadas en los últimos dos años en México y en Europa: "Los temas de mi obra siempre suelen girar en torno a la naturaleza, pero técnicmente si hay diferencias; antes de viajar al viejo continente trabajaba con pigmentos, temple de huevo y con aceite, ponía una capa de cada uno y hacía veladuras con un pútrido (un blanco espeso), pero ahora he optado por el óleo y el temple".
En breve charla, el artista, quien comentó que durante los últimos tres lustros su motor principal ha sido tratar de recuperar el oficio de pintor -"mismo que casi ha desaparecido como consecuencia del surgimiento del arte moderno"-, afirmó que su reciente producción se conforma con naturalezas muertas, "o, mejor dicho, 'naturalezas quietas', porque, cuando las frutas o las flores estan muertas, ya no tiene ningún sentido pintarlas. 'Naturaleza muerta' es algo muerto: en cambio, en inglés o alemán, el termino traducido significa 'naturaleza quieta', porque precisamente tienen esa característica: que no se mueven, lo que permite que no exista la lucha contra el tiempo".
Alvarado expresó que en general su obra está basada en lo natural, aunque a veces toma fotografías, porque en un momento dado puede servir de apoyo para algún detalle. "Antes toda mi obra era directamente del natural y para hacerla tenía que trasladar todos mis instrumentos al lugar que quería pintar, porque era incapaz de tomar un buen apunte y trabajando en el estudio. Sin embargo, una de las cosas que aprendí en mi último viaje a Londres -donde estuve en el taller del maestro Armando Morales- es a pintar las piezas pequeñas en dos sesiones, por eso hay cuadros grandes que me tomaron más de un mes de trabajo. Con esta nueva forma se me ha quitado la mania de salirme todo el tiempo del estudio o estar viendo el modelo constantemente".
"Actualmente -dijo- hago un cuadro chico y lo retrabajo en grande; y ahí es donde entra en juego la imaginación que para mí es muy importante, la percepción del pintor, del color y de la forma, porque incluso también influyen factores emocionales".
El nieto del muralista Diego Rivera manifestó que al trabajar el natural le interesa mucho la luz, "porque ésta actúa de forma diferente según en el lugar o hasta en el país donde estés; tiene que ver con su cultura, con la fruta que produce. Por ejemplo, en México tenemos una luz muy fuerte -ahora no tanto en el Distrito Federal, por el problema de la contaminación-, pero en la provincia es de una gran intensidad".
Pedro Diego Alvarado, quien en 1993 ingresó al Sistema Nacional de Creadores Artísticos, explicó que su pintura es naturalista, quizá por la gran influencia que tiene de la fotografía: "Yo empecé como fotógrafo, pero luego de saber que Henri Cartier-Bresson dejó la cámara a los 70 años de edad y se puso a dibujar, esto me impresionó mucho, me marcó; así que, como él, dejé la fotografía y me puse a dibujar y, con el paso del tiempo, empecé a meterle color a mis dibujos en la época en que trabajaba en el taller del maestro Ricardo Martínez, que fue donde aprendí a pintar, donde ya me interesé en la pintura. Yo creo que en la naturaleza está todo, incluso las abstracciones, todo parte de ella, tiene una lectura de ritmos y de color, que es lo que me interesa".
Alvarado fué enfático al decir que su obra no pretende ser ecológica: "Hoy en día las percepciones del hombre están atrofiadas por la gran cantidad de información visual que tenemos, la publicidad, la televisión. Todo entra a través de los ojos; nos movemos muy rápido, de ahí que mi interés esté en recuperar los momentos interesantes que nos da la naturaleza, en un momento en que siento que las nuevas generaciones hacen obra que no está hecha para que dure, para la vida, sino para venderse y pronto".
Con voz pausada, Pedro Diego Alvarado concluyó diciendo que se divierte mucho pintando: "Para que un cuadro quede bien debe ser realizado con placer y con gusto. Claro, no todo el proceso es divertido, ya que cada cuadro es un problema planteado que se resuelve o se abandona. Trabajo en soledad, como una confrontación conmigo mismo, ya que la pintura se ha vuelto una parte íntegra de mi vida, una aventura constante, una búsqueda con sus pros y sus contras".