Recuperar el oficio pictórico, afán de Pedro Diego Alvarado.
Hace un par de años, al pintor Pedro Diego Alvarado (DF, 1956) le fue encargado un mural de 1.50 por 2.50 m, de un puesto de frutas. Cultivador de naturalezas muertas, bodegones y paisajes, desde que empezó a pintar, Alvarado armó el cuadro en su taller de Tepoztlán, Morelos. Cuando terminó se dio cuenta que mediante distintos acercamientos al cuadro, podía hacer muchas composiciones. Se puso, entonces, a "jugar" y salió una serie de 20 "cuadrados", de 53.8 por 53.8 cm, que son el cuerpo de Geometría quieta, muestra que exhibe en la galería Arte Actual Mexicano, de Monterrey, Nuevo León.
Se trata, entonces, de "acercamientos" de frutas, toronjas, naranjas verdes, mameyes, duraznos, peras, granadas, piñas, plátanos y melones, entre otros-; verduras -nopales, calabazas, jitomates guajes, cebollas-, y pescados. También hay un cuadro grande de un tema que desde hace tiempo deseaba trabajar: las arpillas de avena de Parrés, rumbo a Cuernavaca. Hay una época cuando cosechan a mano haciendo triángulos de arpilla, explica Alvarado en entrevista.
Cuerpos geométricos, ángulos, elipses.
Geometría quieta se llama así porque al pintor le gusta más el término en inglés. Still life o vida quieta o inmóvil le parece más apropiado que naturaleza muerta. Y, luego, como son puros cuerpos geométricos, de ángulos, elipses... En fin, su interés es recuperar el oficio de la pintura y adentrarse más en ello. Explica: "Uno ve un Velázquez o un Rembrandt y dice, bueno, pero cómo lo pintó. La maestría que implica un Velázquez o un Rembrandt, hoy no tenemos ni idea de lo que eso es".
En la música, continúa, "un pianista tiene que tocar a Bach hasta Stockhausen por la interpretación. Eso salva el oficio. En la pintura si queremos ver a un Rembrandt o un Tiziano vamos a un museo. No hay la necesidad de reproducirlo porque la obra permanece. Eso ha liberado a la pintura, pero al mismo tiempo hace que se pierda este oficio maravilloso que tuvo su auge en el Renacimiento".
Alvarado no fue un "niño prodigio" y empezó a pintar después de cursar la preparatoria. Estudió la carrera de física durante año y medio, pero advirtió que jugaba con "dos realidades muy distintas". En esa época también se interesó por la fotografía hasta que un día, por casualidad, descubrió los dibujos de Cartier Bresson, quien a los 70 años dejó la cámara por el lápiz. "Me fui a Francia, lo conocí por medio de mi abuela Lupe (Marín), me puse a dibujar (1978-79) y allí empecé realmente" con la pintura. Alvarado , también ha trabajado en los talleres de Ricardo Martínez y Vlady, en México, y el de Armando Morales, en Londres.
Nieto de Diego Rivera -su madre fue Ruth Rivera-, a A1varado se le espantó el fantasma del abuelo hace una década. Para la inauguración del Museo Amparo, en Puebla, recibió el encargo de un mural de 60 metros cuadrados que se exhibiría a un lado de la colección riveriana de Dolores Olmedo. Esa "confrontación" devino cura de caballo: "Me dio fiebre. Luego fui a Puebla ver la colección de Lola, más de 100 cuadros de los mejores de Rivera. Vi el mural .No sé si mi fantasma era que se desprendiera, me cayera encima y hasta allí mi carrera. Vi que era visible después de ver los cuadros de mi abuelo. Entre ambos, si había una relación, al mismo tiempo existían muchas diferencias".