Los mexicanos traemos en los genes la necesidad de crear: Pedro Diego Alvarado
Pedro Diego Alvarado, presente desde ayer en la Galería de Arte Mexicano su Obra reciente que comprende 28 obras realizadas en temple-óleo sobre tela.
El artista exhibe una visión íntima de su casa, su jardín y su estudio, es decir, "mi vida cotidiana porque me interesa recuperar y ahondar el oficio de pintor, ya que es el camino a seguir en este fin de siglo". De esta manera, al observar las obras de Alvarado, nos sumergimos en la naturaleza: en los platanales, nopalillos y alcatraces; en las viejas cocinas: repollos, cebollas, calabazas y jitomates además de su estudio: sus botes con pintura, sus mesas, sillas y sus caballetes.
Egresado de La Esmeralda, Pedro Diego estudió en San Carlos con Gilberto Aceves Navarro y en la Escuela Superior de Bellas Artes de París, Francia, en donde dibujó y pintó cerca de Henri Cartier-Bresson. Ha presentado alrededor de diez exposiciones individuales y en 1989 realizó un mural para el vestíbulo principal del Museo Amparo en la ciudad de Puebla.
El artista ha incursionado en el paisaje y en el desnudo, pero ahora prefiere las naturalezas muertas "porque pueden controlarse la luz y la composición, además son pocos los pintores en México que estén interesados en interpretar la naturaleza dentro de los cánones clásicos, interés que sí existe en varios países europeos, en donde están abocados a la recuperación de todos los conocimientos pictóricos que, poco a poco, han ido desapareciendo. Creo que esto sucede porque allá hay agotamiento de los ´ismos´ y aquí sigue habiendo pintores clásicos y modernos".
El oficio, agregó, desafortunadamente se esta perdiendo, "eso es algo que ha liberado a la pintura, pero al mismo tiempo la ha colocado en un callejón sin salida, por ello, creo que es muy importante regresar a la fuente y ligarse con los miles de años de pintura que tenemos atrás. Debemos enraizarnos y confrontarnos con la historia de la humanidad y con la del arte".
Alvarado radica en Tepoztlán, Morelos. Explica: "pinto lo que me rodea. Claro que si viviera en esta ciudad, mis temas podrían ser otros. Así, los temas míos son mexicanos, pero no repito formas ni fondos, sino que soy mexicano, vivo en México y pinto del natural, por eso es que forzosamente aparecen elementos que nos rodean".
El principal problema "tanto de la pintura como de los pintores de hoy en día, es el tratar de saber qué vamos a hacer en este fin de siglo, en este cambio de época. En mi caso, descubrí hace tiempo que lo más importante es la luz y ésta reflejada por cada pintor según sea su país de origen: Rembrandt es la luz de los Países Bajos, Cezanne es la del sur de Francia y la nuestra es tan fuerte que resulta en una pintura muy dibujada. La luz, entonces, se liga a la cultura y a la geografía y es el punto y la línea a seguir porque es un elemento universal y eterno".
México "es un país muy generoso con sus artistas: tanto a nivel particular como gubernamental. Es un país de gran estética, de ahí que existan tantos y tan buenos pintores, además de que traemos en los genes la necesidad de crear. Esta necesidad, aunada a nuestro pasado, da como resultado el arte de calidad que se realiza aquí".
Pedro Diego Alvarado explica que utiliza el temple porque ofrece más calidad y durabilidad, ya que los óleos "tienen demasiados aditivos, y además de caros nunca se secan y se estropean muy rápido".