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Miguel Angel Muñoz
Recuperar el oficio de pintor. En la obra de Pedro Diego Alvarado (México, 1956) se observa un control del trazo y del manejo de los colores.
Pedro Diego es heredero de la escuela muralista -es nieto de Diego Rivera-, con la capacidad de proponer significados y fórmulas para comprender su obra. Muestra un estilo armónico y luminoso, reflejado en sus bodegones y paisajes silvestres que expresan el contexto de su mundo, el cual se ajusta perfectamente a la realidad descrita e incluso idealista del pintor. En sus recientes cuadros hay un proceso de ideas, que abarcan dos realidades distintas: la exterior y la interior, logrando desarrollar la simple representación figurativa de sus concepto. Reforma: El Ángel, 4 de Agosto de 1996.
En la obra de Pedro Diego Alvarado La luz y el color
Esa dirección de la luz en su trabajo plástico la utiliza como una meditación sobre el mundo que crea y proviene no de una influencia, sino de una afinidad (con temor al horror) con la escuela impresionista, es decir que el pintor no recrea lo que observa o tiene por afinidad, más bien crea con un mínimo de referencias un mundo propio siempre acertado en el detalle y la sensibilidad puestos en cada tela, que se vuelcan en hallazgos que no suelen ser frecuentes en una época donde lo único importante es el comercio del arte. Otro punto esencial en su obra es la fuerte fuga de colores, lo cual es afortunado al dejar correr la tensión del espectador, que ve esa mezcla constante de elementos en desequilibrio, desembocados en una idea propia y creadora del artista. Pedro Diego es heredero de la escuela muralista (es nieto de Diego Rivera), con la capacidad de proponer significados y fórmulas para comprender su obra. Alvarado nos muestra un estilo armónico y luminoso, reflejado en sus bodegones y paisajes silvestres que expresan el contexto de su mundo, el cual se ajusta perfectamente a la realidad descrita e incluso idealista del pintor. Ahí estan por ejemplo, sus Plátanos con Cielo Azul, Tres Calabazas con Penca o su Nopalillo en Flor, dando la oportunidad al espectador de jugar con éstos, como si éste los hubiera pintado. En sus últimos cuadros hay un proceso de ideas, que abarcan dos realidades distintas: la exterior y la interior, logrando desarrollar la simple representación figurativa de sus conceptos. Hay también una inclinación por lo concreto, que produce en sus cuadros una armonía de formas y gran riqueza en totalidades, donde la obra muestra una visión de la vida, quizá en momentos íntima y que corresponde sólo al artista. Sus cuadros representan las ideas de un creador en constante diálogo con el público, ya que la obra de Pedro Diego Alvarado tiene buen gusto y sentido del oficio. Artes Visuales 23 de Octubre de 1995 |
Su capacidad para conjuntar estos elementos va más allá del tema, que permanece como un espacio autónomo a partir de la luz del cuadro. Esa dirección de la luz en su trabajo plástico la utiliza como una meditación sobre el mundo que crea y proviene no de una influencia, sino de una afinidad (con temor al error) con la escuela impresionista, es decir, que el pintor no recrea lo que observa o tiene por afinidad, más bien crea con un mínimo de referencias un mundo propio, siempre acertado en el detallesy sensibilidad puestos en cada tela.
Otro punto esencial en su obra es la fuerte fuga de colores, lo cual es afortunado al dejar correr la tensión del espectador, que ve esa mezcla constante de elementos en desequilibrio, desembocados, en una idea propia y creadora del artista.
En la obra de Pedro Diego Alvarado (México 1956) se observa un control del trazo y del manejo de los colores. Su capacidad para conjuntar estos elementos va más allá del tema, que permanece como un espacio autónomo a partir de la luz del cuadro.
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